Hay un momento en ésta historia, en que eres consciente, por primera vez, de que estás totalmente engachada. Que tu cuerpo ya no puede vivir sin él, ni tu cuerpo, ni tu mente, ni tu alma...
Él se ha convertido, en tu droga habitual, y como cualquier yonki, has aprendido a ocultar verdaderamente bien las pruebas de ello.
Luchas contra todo y contra todos para ocultar lo que de verdad ocurre, estás tan enganchada que cuando no lo puedes tener, tu cabeza se vuelve loca, tus manos ansían rozar su piel, el corazón te quiere salir por la boca...
Estás en crisis... Se te nublan los pensamientos, no puedes ver nada con claridad, y ante ti, dos opciones... Llamar de nuevo, o pedir ayuda.
Cualquier droga te acaba matando, aunque te haga pasar los mejores años de tu vida. Estaría bien desengancharse cuanto antes, pero, una droga es una droga ¿no?
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