Qué bueno tenerte, cada vez que salga el sol, salgo a verte.
He borrado de un plumazo todas las palabras que me tenían anclada a las manos de un demonio que casi acaba conmigo.
Esta mañana he salido de la cama de un salto.
Fuera hacía frío, como siempre en esta casa.
Casi no me ha dado tiempo a desayunarme
la mañana y ponerme guapa,
pero cuando me he visto en el espejo
antes de salir corriendo de casa,
he tomado una decisión definitiva.
Quiero sentirme viva, siempre.
Quiero a alguien que me acompañe en la vida,
que me haga crecer, mirar hacia delante
y que no corte nunca mis alas,
sino que vuele conmigo, de la mano. Para siempre.
Quiero alguien con quien hablar,
con quien reir, con quien llorar.
Alguien con quien no hacer nada
signifique estar haciendo todo.
Quiero que me erice la piel con una mirada,
que me baje la luna por las noches
y me dé los buenos días por la mañana.
Que me caliente los pies.
Alguien con quien pueda ser yo misma,
en mi pura esencia.
Alguien que esté, y que quiera estar siempre.
Quiero alguien que me haga volver a creer.
Y le tengo.
Le tengo y no pienso soltarle nunca más.