¿Qué hago contigo? O mejor, ¿qué demonios hago conmigo?
Muero por escribirte, saber de ti, hablar durante horas de todo y de nada y sentirme feliz.
Echo de menos sonreír en silencio antes de dormir cuando tú eras mi último pensamiento, y anhelo también los buenos días que me daban la energía que necesito para superar mis cosas aunque a veces no salga el sol.
Hoy llueve. Llueve fuera pero también dentro. Hoy estoy echándote de menos como siempre y como nunca. Quiero gritarle al mundo que tú eres lo que quiero, y me encantaría pasar contigo el resto de mi vida. Y así, querernos como sabemos. Sobrevivir cada día a nuestras sombras más oscuras pero juntos. Porque «la vida es menos puta si estás a mi lado».
Y decirte mil verdades que guardo aquí, y que son tuyas. Yo soy toda tuya. Lo soy desde el primer día en que me miraste con esos ojos y supe que serías tú quien me cambiaría la vida.
Y ¿por qué demonios es todo tan difícil? Difícil eres tú, y soy yo. Pero juntos, juntos podríamos dejar de remar y sentarnos en la orilla frente al mar.
Besarte los labios y querer que el tiempo se detenga para ser nosotros, una vez más. Sentirte cerca, tus caricias... en mi espalda. Amo cuando estás y odio tanto cuando no es así. Ay.
Quiero hacer las maletas e ir corriendo a acurrucarme en tu pecho. Que tú seas lo último que vea antes de dormir y me despiertes con un dulce beso en la mejilla sin decir nada pero diciéndolo todo.
Te quiero a ti. Con todas tus sombras, tus "yo que sé", tus vicios y tus virtudes. Y te quiero solo para mi, y para siempre.
Ven. Mírame mientras duermo y confía en que puedo ser lo que necesitas. Te haré sonreír todos los días y prometo estar contigo, siempre, aunque duela. Eres tú, soy yo.
Quiero ser nosotros hasta que no quede agua en el mar. Y entonces, gritar a los cuatro vientos que te he tenido, que hemos sido todo juntos y que no me importa ya morir porque me has hecho jodidamente feliz. Ven. Te necesito aquí, te necesito conmigo...