IX

Quizás el verdadero amor sea una decisión; La decisión de jugártela por alguien, de entregarte a alguien sin pensar si te va a corresponder o si te va a hacer daño, o si será el amor de tu vida. Quizás el amor no es algo que te ocurre, quizás sea algo que tú escoges.

martes, 6 de mayo de 2014

Inlove.

Hace ya mucho tiempo, quizás demasiado, comencé a escribir sobre algo que me había devuelto a la vida y me ahogaba a la vez. A veces, cuando ningún lobo me calienta los pies, me pierdo entre los recuerdos y le veo ahí, acostado a mi lado, mirándome con esos ojos que hielan cualquier alma. Me mira tan intensamente en mi memoria como cuando sucedía; cuando me despierto su lado y me da por cantar. Lo bueno de las palabras que no se dicen, es que quedan plasmadas en papel. Menudo triunfo el negro sobre blanco capaz de recordarlo todo. Leo cada sílaba despacio, tratando de revivir todo aquello de nuevo, y me sorprendo negando con la cabeza cuando me doy cuenta, de pronto, que ha estado aquí. Al final, después de todo, siempre ha estado aquí.
Cuando quise contarle algo, lo hice. ¿Qué le importaba a él? Nada, pero yo debía contarlo y él debía escucharlo. Y cuando estuve a una milésima de segundo de tirar la toalla, ahí estaba también, para decirme que no, o para no decir nada. Porque es que no tiene que decir nada para hacerme vivir.

Hay personas que con solo una mirada son capaces de contarle al mundo todo lo que callan. Y las hay como yo, que no necesitan palabras que se lleve el viento para entender nada. Porque quizás sean sus manos y sus ojos los que hablen por él, y mi corazón el que escuche...
A veces me despierto por las mañanas con ganas de un buen zumo. No puedo. Así es él. Mi zumo. No puedo. Querría darle los buenos días todos los días del resto de mi vida, y sin embargo.
Pero ha dejado de importar. No hay mañanas perfectas. Esta historia es bonita y debemos vivirla así.

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