IX

Quizás el verdadero amor sea una decisión; La decisión de jugártela por alguien, de entregarte a alguien sin pensar si te va a corresponder o si te va a hacer daño, o si será el amor de tu vida. Quizás el amor no es algo que te ocurre, quizás sea algo que tú escoges.

lunes, 8 de junio de 2015

HOSTIAS.

No solo no aprendo de mis errores, sino que venga, una y otra vez contra la misma piedra y de cabeza, que me mola más. 
Acabo de darme cuenta de que era verdad que no había perdido la esperanza. Pues joder, a ver si se larga de una puta vez porque no para de joderme la muy guarra. Que no quiero esperar, coño. Que se había acabado ya el estar pensando más de la cuenta, leer entre líneas y darle vueltas a todo hasta vomitarlo. Pero no. Así soy yo. De las que vuelven una y otra vez a estamparse contra el muro, de las fetichistas de los accidentes mortales contra algún alma perdido. Soy de las gilipollas que cuando tienen un momento de debilidad vuelven a tirarse de cabeza por el precipicio más alto. Que sí, que antes de llegar a estamparme contra el suelo ya estoy arrepentida. Pero que la hostia es inminente, también. Que ya no hay vuelta atrás. Estás ahí, cayendo, cayendo, cayendo... despeinada, con una lágrima en el ojo derecho, creo que por el viento, y bien jodida. Más jodida que en todos estos últimos meses. Y eso que hambre tampoco es que esté pasando. ¿Soy la única persona de este punto mundo que no aprende ni a hostia limpia? Si hubiera un premio a la más cabezona/mongola/lerda ese es para mí; pero si lo hay al más retorcido amor, ese es todo tuyo. Nada, que me mola despeinarme más que a un tonto un lápiz. Que lo de anoche en mi cama parece que no fue lo suficiente humillante, que hoy tuve que humillarme un poquito más si cabe. Qué ni confianza ni pollas, que yo no quiero un amigo ni alguien con quien hablar cuatro chorradas cuando me aburro, que de esos tengo millón y medio y la mitad lo único que me dan es la brasa. Que yo sigo pensando que contigo todo, me cago en la puta de oros. Y nada eh, que estoy martirizándome y fustigándome por ser borrega, pero que sigo pensando que ojalá me digas que sí. Zas, en toda la puta boca. Y no hablo de huevos. Digo yo que se acabó, que nunca más. Pero a quién quiero engañar si ya no me engaño ni a mí. Venga, hasta luego. Que hoy le he demostrado a él que soy mongola y a mí me lo he grabado a fuego en la frente, a ver si así, viéndolo todos los días cuando me mire en el espejo, se me quitan las ganas de volver a meter la gamba. Aunque contigo es de gamba en gamba y tiro porque me toca. Y cambiando de tema, con lo que me gustaba Gon... Quiero llorar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario