Dicen que un clavo saca otro clavo, y yo me aferré a uno que ardía aún más.
No sé de qué era cuestión. Si sería cuestión de tiempo, o de encontrar otro clavo, o de abrir los ojos o de qué. Simplemente sucedió.
Una mañana desperté pensando de manera diferente. Ya no era él quien ocupaba mis pensamientos más intensos. De pronto, lo ví claro.
No sabía a dónde me dirigía ni con quién. Y no me hacía falta saberlo. Me liberé del mayor peso que llevaba encima, y sonreí. Hacía tiempo que no senreía...
Con el tiempo te das cuenta, de que no es cuestión de clavos. Los hay dorados, plateados, oxidados... pero al fin y al cabo, no dejan de ser clavos.
Pensar que encuentras al mejor clavo de la tienda, el más caro, el más bonito y el que mejor clava, y darte cuenta con el tiempo, que el vendedor te ha timado. Vaya, son cosas que pasan.
Sonrisa y adelante aunque, entre las cuatro paredes que te guardan los días, no haya tantas sonrisas.
Una pena. Una decepción... Llamémoslo "un clavo desaprovechado".
#9.
No hay comentarios:
Publicar un comentario