IX

Quizás el verdadero amor sea una decisión; La decisión de jugártela por alguien, de entregarte a alguien sin pensar si te va a corresponder o si te va a hacer daño, o si será el amor de tu vida. Quizás el amor no es algo que te ocurre, quizás sea algo que tú escoges.

viernes, 27 de marzo de 2020

Otra oportunidad.

Hace diecisiete días que vivimos confinados. 
Nunca nadie imaginó, que las películas que veíamos en televisión, un día podrían hacerse realidad. Y hoy, sin embargo, vivimos en el peor escenario.
Un bicho ha llegado para hacernos daño, aunque quizá al final nos haga fuertes. 
56.188 casos confirmados en nuestro país, 245.039 en Europa y 416.686 en el Mundo, por ahora.
Este Mundo que es nuestro pero que no nos pertenece. Del que hemos abusado tanto en nuestra vida. 
Este Mundo que nos ha dicho basta ya.
La Naturaleza nos ha obligado a frenar en seco y nos ha dado una buena bofetada en la cara para hacernos despertar. 
Basta ya de ir corriendo por la vida, de no saber disfrutar. 
España se ha cerrado. Vuelos cancelados, abrazos que no vamos a dar, los niños ya no van al colegio, ni los empleados a trabajar, las empresas cerradas, los hospitales repletos, y entre tanta bondad y empatía, también mucha tiranía, aprovechamiento y maldad.
No sabemos qué va a pasar. Por delante, al menos quince días más de confinamiento, que seguro serán más. 
Y ahora es momento de reflexionar.
¿A dónde íbamos con tanta prisa?
Tenemos que aprender a disfrutar.
La vida nos ha demostrado que lo importante, es invisible a los ojos (El Principito).
Un abrazo de mamá, el reencuentro con los tuyos, todos alrededor de la mesa, una cerveza bien fría en una tarde de calor, los primeros rayos de sol de la primavera, un día de playa, una fiesta hasta el amanecer, conocer gente nueva, disfrutar de los de siempre. La satisfacción del trabajo bien hecho, cantar tu canción favorita a pleno pulmón, descubrir nuevos lugares, conducir mientras llueve, la ducha después de entrenar, el olor a tu persona favorita, reír. 
Esta locura nos tiene que servir. 
Para comprender el Mundo y dejarle vivir. Para vivir también nosotros, sin hacer más daño, y dejar de correr sin saber a dónde ir.
Si salimos de esta, debemos volver a empezar. Qué suerte tener una segunda oportunidad. Para enmendar los errores y rectificar, para aprender de nuevo que, Mundo solo hay uno y vida, también. 

domingo, 8 de diciembre de 2019

Curando cicatrices.

Anoche, después de tanto, como si no hubiera pasado el tiempo, me doy cuenta de lo absurdos que somos aveces. Cuando no decimos lo que sentimos por miedo al otro, cuando nos resignamos con algo a pesar de no ser lo que de verdad buscamos... 
A nosotros nos fue bien así, porque hoy sé que nunca fue para mí. 
Me alegra saber, por fin, que sí vivimos lo mismo. Las mismas locuras, las mismas ganas.

Reales fueron los besos, las caricias, el sexo desenfrenado y la ilusión. 
Tan real como los dolores de cabeza, las inseguridades, las noches de tormenta.

La intensidad con la que vivimos todo, con lo bueno, con lo no tan bueno. La intensidad de sus manos sobre mis muslos ardiendo porque cualquier roce con su piel me hacía alcanzar el cielo. 
La de noches que pasamos empapados en cualquier parte, jadeando y deseando que el reloj dejara de sumar. La de madrugadas que quise que no terminaran jamás.

Con él descubrí las caricias en mi espalda, los besos en mi cuello, las ganas. Aquel cosquilleo en el estómago que lo compensaba todo, los pelos de punta entre susurros y guarradas. 
Y después, después llegaron las confidencias, el conocerse un poco más, las charlas y el abrirse de par en par. Después de tanto diré, que levantar mi muro pudo ser un error, aunque eso ya nunca lo podremos saber. 

Con él siempre tuve miedo de mostrarme tal cual. Vulnerable y frágil, alguien a quien destrozar. Lo que él no sabe, es que sigo recogiendo mis trozos desde aquella época. Porque hay heridas que no curan aunque uno se empeñe en coser y cantar. 

Subir las escaleras al cielo vestido de infierno, los mensajes a deshoras, los besos robados, las últimas copas de los bares, las visitas en secreto y el hacer como si nada. También los viajes, el tira y afloja, el dar una de cal y dos de arena, como modo de vivir algo que era más locura que realidad.

Quererle tanto fue un castigo. Lo que sí es verdad es todo lo que aprendimos de ello. 
Con él viví la mejor ilusión, las noches en vela. 
También la insistencia y la impaciencia. 
Con él tuve que conformarme más veces de las que me gustaría admitir. 
Fue ese amor que cala bien hondo. 

Anoche cerramos una etapa, después de todo.
Nueve años, dos meses y diecinueve días después de mirarle a los ojos por primera vez.
Siempre le tuve muy en cuenta, y todavía hoy me remueve el alma. 
Pero eso, creo que no cambiará de ningún modo.

IX.

viernes, 12 de octubre de 2018

Aún.

Hace medio millón de siglos que no escribo, con lo que me gusta(ba).
Quizá debería de recuperar esta afición que enterré el día que te perdí como musa. 
Venía para decir(te) que estoy feliz. Que he aprendido a vivir tranquila y eso me va muy bien. Ahora no tengo preocupaciones. Al menos, en mi hogar tengo calma. Él me hace feliz. Me cuida infinito y le amo por encima de las estrellas.
Sé que a ti también te va muy bien. Has encontrado el amor con mayúsculas en el altar. Eso sí que es grande. Ojalá no tengas nunca que sufrir.
Bueno, te reconoceré que después de todo alguna noche aún sueño contigo. Entonces esas mañanas se hacen duras recordando momentos pasados y el runrún no me deja. Han pasado muchos años ya... ocho. A veces creo que todas aquellas historias no llegaron a ocurrir; pero vaya que sí. Me sorprendo algunas veces recordando detalles olvidados que, en el fondo, me hacen sonreír. 
Siempre has sido esa historia imposible que todos deberían vivir. Para saber que eso es lo que no te conviene y aprender a mirar hacia el futuro. Sin embargo eres esa puñalada que jamás se olvida
Bueno, venía para decirte que soy feliz,
y que todavía me acuerdo de ti. 

miércoles, 10 de agosto de 2016

Trescientos sesenta y cinco días.

Trescientos sesenta y cinco días. 
Ese es el tiempo que ha pasado desde que he vuelto a respirar muy hondo. No digo que fuera una infeliz, digo que me había acostumbrado a las putadas y me había hecho un poco inmune. Menos mal que a veces, y solo a veces, me equivoco en mis pronósticos.
Va a ser verdad eso de que no hay nada mejor como no buscar algo para dar por fin con ello. En ese preciso instante en el que ya no buscaba nada apareció él para darle sentido a todo. Y puso en orden todo lo que estaba patas arriba, que era mucho. Ha sido desde entonces un compañero fiel que me ha apoyado y ayudado en todo, siempre, sin excusas ni peros. Tenía yo razón cuando decía que quien de verdad te quiere no conoce la palabra pero. Va a ser verdad también eso de que existen las medias naranjas. En nuestro caso somos las dos caras de la misma moneda. Hacemos un buen equipo. 
Cuando creo que no puedo, él se encarga de hacerme ver que no solo puedo sino que debo. Me gusta cuando me acaricia la cabeza. Bueno, me gusta cuando me acaricia, en general. Me encantan sus abrazos, sus besos. Amo sus besos en mi espalda antes de dormir. Y verle soñar bonito por las mañanas, cuando todos estamos en pie menos él. Entiendo a nuestro gato cuando quiere acurrucarse a su lado. Yo lo haría 24 horas al día. Su pecho como almohada es mi lugar favorito en el mundo. Y hemos construido un lugar súper nuestro que ya es hogar. ¿Y la risa? Las risas que me ha regalado en estos trescientos sesenta y cinco días, me han alargado la vida por lo menos diez años.
No puedo sentirme más protegida, ni más feliz, ni más querida. El destino ha puesto en mi camino al hombre más mejor del mundo mundial y es todo mío y todo para mí, joder. Qué bueno tenerte, amor.
No suelo escribir de cosas bonitas pero es que me niego a dejar las palabras atrás. 
Gracias, amor. Por prequererme, quererme y amarme hasta el infinito ida y vuelta infinitas veces. Aunque ya sabes que yo siempre te voy a querer un poquito más!

jueves, 14 de abril de 2016

It's me.

Soy obsesiva. Mi mente nunca frena. Soy capaz de barajar quince desenlaces posibles ante un contratiempo en cuestión de segundos. Necesito tenerlo todo controlado, odio no saber. Odio la ignorancia. A esos que hacen ruiditos con la boca, a los que les encanta dar pena y a los que están todo el rato regocijándose en su propio dolor. Si, el dolor duele. Suelo empezar las cosas por el final, leo siempre el horóscopo aunque no acierte. Sobrevivo de esperanza y sueño mucho. Soy muy independiente y a la vez dependo completamente de la gente de mi alrededor. No podría vivir sin amor. Soy hipocondriaca, si tú lo tienes, yo también. Suelo tener miedo y eso no es vida así que vivo a medias desde hace cuatro años. Los días pasan que no es poco. Echo de menos los abrazos de mi madre y no barajo otra idea que la de que ella sea eterna. Amo el amor. Ojalá ser amigo verdadero fuera obligatorio. Me quejo de mi mala suerte pero en el fondo soy afortunada. Me quieren. No me gusta la gente que canta en voz alta con los auriculares puestos, ni los maleducados, ni los vagos. Odio a los vagos. Me gustaría conocer cada rincón del mundo, no tener que preocuparme de si llego o no a fin de mes y sonreír todos los días aunque sea medio minuto. Quiero vivir a su lado cada despertar y cada pesadilla a media noche. Normalmente cuando me pasa una cosa buena suelen pasarme dos malas. Me quejo a todas horas, lo sé, lo reconozco y no voy a cambiarlo. Soy un poco dramática, pero no soy nada conformista. Nunca me conformo con algo pudiendo tener más. Jamás. Deseo, busco y encuentro. Hago listas, siempre. Me gusta escribir y debería hacerlo más a menudo. Tengo la cabeza llena de pájaros y valgo más por lo que callo que por lo que cuento. Soy una incógnita incluso para mí. Si crees que me conoces te equivocas. Odio perder el tiempo y no ser útil. Doy consejos que luego no pongo en práctica a pesar de ser cojonudos. Suelo tener razón, sobre todo en lo malo. Vaso medio vacío, si luego se llena mejor. Pienso mucho en todo pero a veces siento el impulso de dejarme llevar. Tatuajes y compras locas que supongo suplirán alguna carencia. No soy psicóloga pero podría. Y cada día descubro algo nuevo de mí que no sé si me gusta o lo odio. Pero bueno, tengo que vivir conmigo todos los días de mi vida. It's me.

lunes, 14 de marzo de 2016

Follow your dream.

¿Cuánto tiempo llevo aquí?
No parece mucho pero.

258 días exactamente.
Y ya me pesan.

Es que yo soy de esas personas que es de todas partes y de ninguna. De las que necesita huir cuando se siente ahogada. Y qué le hago. Sí. Cuando el aire no me llega a los pulmones no se me ocurre mejor medicina que hacer las maletas. Y mira que yo de maletas no entiendo, que siempre meto más por si acaso que imprescindibles. Eso también me pasa en la vida. Pues así estamos. Queriendo huir.
A veces te pasas toda la vida persiguiendo algo y cuando lo alcanzas deja de tener gracia. A ver, que no digo que no esté bien, pero que a mí estar bien nunca me ha servido. Yo siempre quiero estar mejor. Pero mi vida se resume en eso, en perseguir algo hasta tenerlo y luego fijar otra meta. Una nueva. Y es que creo que aquí ya lo he visto todo. O sea, realmente no he visto nada pero para qué más. Si no me hubiera hecho mayor estaría bajo el ala de mi mami pidiéndole mimos. Hace un par de años me hubiera ido corriendo a la estación de autobuses para quererla muy mucho. Ahora no. Ahora he volado y ay. No quiero más días que pasan sin pena ni gloria, esperando que pase algo que lo cambie todo. Yo no soy así. Las cosas buenas nunca vienen a buscarte a tí. Alomejor es el momento de hacer las maletas y cambiar de rumbo. Ir a Barajas y subir al primer avión que pase con el destino más remoto posible. Y listo. Llorar un par de días y vivir otros 258 hasta que el aire deje de llegarme al fondo. Y volver cambiar.

jueves, 10 de marzo de 2016

Holi.

Había dejado de creer en los finales felices. En los cuentos no, porque cuentos hay muchos y cuentistas más. Y joder, siempre rodeada de ellos. Bueno, que ya había decidido yo solita que el que quisiera estar que estuviera y el que no, adiós muy buenas. Y en esas estábamos. Quitándome de en medio a dos o tres plastas que querían más y yo lo que quería era menos veinte. Pensando solo en uno que merecer no se merecía ni que le odiara, no digo más. El típico que marea porque parece que eso se la pone dura. Marear a las chatis le sube el ego porque siente que sigue teniéndolas con su etiqueta Made in mis huevos. Pero que en realidad no quiere ni eso ni ná. Solo que es demasiado poco tío como para afrontar las decisiones de sus tía, que no me gustas ni me vas a gustar nunca.

Bueno en fin, que eso no es lo que vengo a contar. Porque tíos de estos hay cien millones o más. Eso ya lo sabemos todos. Tíos, pegaros un tiro, hacednos un rico favor, please.

En fin, a lo que iba. Que en esa estaba, dándole largas a algunos y pensando en otro cuando el destino viene para decirme ¡tíaaaaaa, espabila!

Pues voy yo, hago la maleta para irme con mi churrimejoramigalaquemejormeentiende a tostar al sol. Porque llevada mes y medio torrándome en Madrid a 43º y yo ya quería morir. Eso en Asturias no pasa (). Digo, ¿qué meto en la maleta pa cuatro días? Y ahí fue también cuando me dí cuenta de que tanta cerveza y tanta tapa después del curro no estaba siendo bueno para mi cuerpo serrano. Bueno, pues me llevé un par de chorts, un par de faldas, un par de tops, bikini, chanclas... Nada del otro mundo porque yo a la playa no iba a pillar, yo a la playa iba a ponerme morena, que siempre había sido medio mulata y ahora parecía algo que qué se yo.

Pues mi churrimejoramigalaquemejormeentiende y yo nos subimos en un blablacar con dos maromazos de quitar el hipo, con sus pantaloncitos cortos y sus chanclas y sus piernas perfectas para ser de tío, bien morenitos y con gafas de sol. Y las dos humediendo el tanga debajo de los shorts. Y así cruzamos media España, y paramos a comer y todo y más majos que qué. Y nosotras pensando si serían igual de guapos sin las gafas de sol y resulta que sí. Y que no nos íbamos a enfadar la una con la otra porque a las dos nos daba igual cuál de los dos nos lo comiera. Sin remilgos.

Bueno, pues llegamos, nos dejan en la puertita de casa. Entramos. Besamos. Y voy yo, que me quito las gafas de sol y me enamoro así en un pestañeo de ojos. Cuatro años de amistad con mi churrimejoramigalaquemejormeentiende y voy y me enamoro de su primo favorito. Ay.

Y qué os voy a contar. Resulta que mi Yo el que se había ido a por tabaco salió como si aquello fuera una batalla épica y caí con todo el equipo. Ale. Abierta. A corazón abierto, no de piernas.

La vida. Que a veces es muy puta pero otras veces viene y te dice eso, que espabiles.

Y ay joder, que serendipity todo. Qué suerte la mía. Benditos 43º madrileños de agosto, bendito no tener ni un puto duro para irnos a Eivissa y benditas casualidades. Hasta las trancas. Y ahora no creo en los finales felices creo en las historias felices. Porque si no eres feliz, esa no es tu historia. Y porque el que quiere estar está, y mueve cielo y tierra y no hay impedimentos. Y el que no quiere, el que marea, a ese deberíamos darle una birra con cianuro.