IX

Quizás el verdadero amor sea una decisión; La decisión de jugártela por alguien, de entregarte a alguien sin pensar si te va a corresponder o si te va a hacer daño, o si será el amor de tu vida. Quizás el amor no es algo que te ocurre, quizás sea algo que tú escoges.

jueves, 10 de marzo de 2016

Holi.

Había dejado de creer en los finales felices. En los cuentos no, porque cuentos hay muchos y cuentistas más. Y joder, siempre rodeada de ellos. Bueno, que ya había decidido yo solita que el que quisiera estar que estuviera y el que no, adiós muy buenas. Y en esas estábamos. Quitándome de en medio a dos o tres plastas que querían más y yo lo que quería era menos veinte. Pensando solo en uno que merecer no se merecía ni que le odiara, no digo más. El típico que marea porque parece que eso se la pone dura. Marear a las chatis le sube el ego porque siente que sigue teniéndolas con su etiqueta Made in mis huevos. Pero que en realidad no quiere ni eso ni ná. Solo que es demasiado poco tío como para afrontar las decisiones de sus tía, que no me gustas ni me vas a gustar nunca.

Bueno en fin, que eso no es lo que vengo a contar. Porque tíos de estos hay cien millones o más. Eso ya lo sabemos todos. Tíos, pegaros un tiro, hacednos un rico favor, please.

En fin, a lo que iba. Que en esa estaba, dándole largas a algunos y pensando en otro cuando el destino viene para decirme ¡tíaaaaaa, espabila!

Pues voy yo, hago la maleta para irme con mi churrimejoramigalaquemejormeentiende a tostar al sol. Porque llevada mes y medio torrándome en Madrid a 43º y yo ya quería morir. Eso en Asturias no pasa (). Digo, ¿qué meto en la maleta pa cuatro días? Y ahí fue también cuando me dí cuenta de que tanta cerveza y tanta tapa después del curro no estaba siendo bueno para mi cuerpo serrano. Bueno, pues me llevé un par de chorts, un par de faldas, un par de tops, bikini, chanclas... Nada del otro mundo porque yo a la playa no iba a pillar, yo a la playa iba a ponerme morena, que siempre había sido medio mulata y ahora parecía algo que qué se yo.

Pues mi churrimejoramigalaquemejormeentiende y yo nos subimos en un blablacar con dos maromazos de quitar el hipo, con sus pantaloncitos cortos y sus chanclas y sus piernas perfectas para ser de tío, bien morenitos y con gafas de sol. Y las dos humediendo el tanga debajo de los shorts. Y así cruzamos media España, y paramos a comer y todo y más majos que qué. Y nosotras pensando si serían igual de guapos sin las gafas de sol y resulta que sí. Y que no nos íbamos a enfadar la una con la otra porque a las dos nos daba igual cuál de los dos nos lo comiera. Sin remilgos.

Bueno, pues llegamos, nos dejan en la puertita de casa. Entramos. Besamos. Y voy yo, que me quito las gafas de sol y me enamoro así en un pestañeo de ojos. Cuatro años de amistad con mi churrimejoramigalaquemejormeentiende y voy y me enamoro de su primo favorito. Ay.

Y qué os voy a contar. Resulta que mi Yo el que se había ido a por tabaco salió como si aquello fuera una batalla épica y caí con todo el equipo. Ale. Abierta. A corazón abierto, no de piernas.

La vida. Que a veces es muy puta pero otras veces viene y te dice eso, que espabiles.

Y ay joder, que serendipity todo. Qué suerte la mía. Benditos 43º madrileños de agosto, bendito no tener ni un puto duro para irnos a Eivissa y benditas casualidades. Hasta las trancas. Y ahora no creo en los finales felices creo en las historias felices. Porque si no eres feliz, esa no es tu historia. Y porque el que quiere estar está, y mueve cielo y tierra y no hay impedimentos. Y el que no quiere, el que marea, a ese deberíamos darle una birra con cianuro.

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